Soy zurdo, no se si por destino o porque las cosas en la vida se dan así, pero el día que descubrí que escribía con un brazo diferente al que lo hacían mis compañeros de nido y de colegio, me sentí muy extraño, con esa sensación que pudo haber sentido un escarabajo en un panel de avispas.
Ser zurdo no es tarea fácil, sobre todo cuando tienes que lidiar con salones que no tienen carpetas creadas para el brazo de uno, es decir, “carpetas para zurdos”. Sólo en dos lugares pude encontrarlas, pero eran tan pocas las carpetas (a lo más cinco distribuidas en los diferentes salones del instituto de publicidad donde estudie) que si no separabas temprano tu pupitre terminabas escribiendo en las “carpetas para diestros”, que eran casi todas y lejos de ser tu intención inicial salía a relucir el ingenio que tienen todos los zurdos para escribir, quienes con una habilidad que no se pueden imaginar los diestros, hacemos que aparezca una tabla virtual en donde no hay y apoyamos nuestro brazo en el aire, mientras los demás compañeros, que no nacieron con nuestra particular forma de escribir, recuestan cómodamente su brazo en el pupitre y nos miran como si estuviéramos locos.
El único problema de ser zurdo, en salones donde el 98% son diestros, es que cuando estas escribiendo, como en una pelea de espadas, tu codo se choca constantemente con el de tu vecino diestro y si la cosa no va bien entre ustedes, es más que seguro que el zurdo salga perdiendo por minoría, ya sea por un “aléjate de mi en este instante” o por un “¿te gusto?” que en el caso de que te lo diga alguien de tu mismos sexo, no es nada recomendable.
Ser zurdo puede parecer difícil para un diestro, y con lógica, porque para los diestros todo es fácil, todo es más sencillo, porque todo ya lo tienen hecho para ellos, desde las carpetas que ya lo mencioné, hasta muchas cosas más que en una descripción escrita sería imposible narrar, pero que cuando uno es zurdo y ha vivido en carne propia estas desventajas se da cuenta de inmediato. Por eso, cuando veo a un diestro, me lo imagino zurdo e inmediatamente cambia su semblante, su sonrisa, y lo observo en una nube de incertidumbre, lo veo en una encrucijada. La misma encrucijada en la que nos hemos visto los zurdos de pequeños cuando alguna tía se nos acercaba y con voz maternal nos decía ¿hijito, eres zurdo? e inmediatamente muchas tías y tíos más se acercaban para apreciar al ser extraño, al diferente, al ser único entre los niños, al “zurdito” o como quieran decirnos, porque para un zurdo, la vida en sociedad siempre se presenta en forma de sorpresas, ya sea que estés en una reunión de cualquier estilo o que te toque firmar una planilla de datos. Siempre hay alguien que susurra cerca de ti ¿mira, es zurdo?, y también siempre existen las personas que te empiezan a analizar de arriba abajo tratando de descubrir algo en ti que se diferencia completamente de los demás, ya sea un sexto dedo o una lengua viperina o no se que tantas cosas más que puede atribuirse a la facultad de ser zurdo.
Siempre me ha extrañado que digan que los zurdos somos “muy sensibles”, porque en mi caso, considero que tuvieron el primer acierto y no sólo en el mío, sino en el de muchos más amigos zurdos que han ido apareciendo en mi camino. Zurdo que he conocido, zurdo que era más sensible que el resto o más apartado o más solitario o más amigo o más artista, en fin, no es que sea un atributo especial de los zurdos, porque debe existir también algún zurdo despiadado o que no tenga estos atributos que estoy mencionando, pero es común ver más zurdos con esta descripción que de otro tipo ( por algo así como que uno de los hemisferios de nuestro cerebro ayuda a eso) entonces, a partir de esta confesión podrán comprender que entre zurdos nos comprendemos mejor y tendemos a juntarnos más que por una cuestión de sorpresa al descubrir a otro “zurdo extraño” (que es muy común que se de al inicio de la relación zurdo con zurdo) por una cuestión de afinidad de caracteres, algo así como una pieza de rompecabezas que encaja con la otra, como si de sólo vernos nos comprendiéramos por completo aunque no nos conozcamos. Es por eso, que me hago muy amigo de otros zurdos, porque sé que más allá de una conversación hay una complicidad en el momento de hablar, una unión más profunda, y cuando nos juntamos, logramos hacer el “dream team” esperado, “el batallón perfecto”, pues, en un salón gobernado por los diestros, aunque sólo seamos tres zurdos unidos, eso se hace suficiente para llenarnos de valentía y poder decir que no somos bichos raros y que “zurdos unidos jamás seremos vencidos”.
Desde que era un niño zurdo he tenido muy buenas experiencias con otros niños zurdos ya sea en los juegos como en los deportes, y luego cuando fui adolescente, y estaba en secundaria, empecé a desarrollar una aversión natural a mis compañeros diestros, ya que el 99% de mi salón era de diestros y yo el 1% era el único zurdo. Esto conllevó a que me haga pasar por uno de ellos porque sino lo hacía pagaría las consecuencias del caso. Practiqué y practiqué durante semanas tratando de hacer una caligrafía decente con la derecha, pero mi vida como “zurdo disfrazado de diestro” duró poco al comprobar que en mis exámenes en vez de poner el resultado de la operación colocaba un dibujo deforme al estilo surrealista que me trajo las peores notas que se puede tener en el colegio. Luego, y comprendiendo que tenía que asimilar mi estado zurdo sea como sea, regrese a él, soportando las burlas de un grupo de estudiantes que buscaba cualquier pretexto para hacer bromas en el salón.
Ser zurdo no es tarea fácil, sobre todo cuando tienes que lidiar con salones que no tienen carpetas creadas para el brazo de uno, es decir, “carpetas para zurdos”. Sólo en dos lugares pude encontrarlas, pero eran tan pocas las carpetas (a lo más cinco distribuidas en los diferentes salones del instituto de publicidad donde estudie) que si no separabas temprano tu pupitre terminabas escribiendo en las “carpetas para diestros”, que eran casi todas y lejos de ser tu intención inicial salía a relucir el ingenio que tienen todos los zurdos para escribir, quienes con una habilidad que no se pueden imaginar los diestros, hacemos que aparezca una tabla virtual en donde no hay y apoyamos nuestro brazo en el aire, mientras los demás compañeros, que no nacieron con nuestra particular forma de escribir, recuestan cómodamente su brazo en el pupitre y nos miran como si estuviéramos locos.
El único problema de ser zurdo, en salones donde el 98% son diestros, es que cuando estas escribiendo, como en una pelea de espadas, tu codo se choca constantemente con el de tu vecino diestro y si la cosa no va bien entre ustedes, es más que seguro que el zurdo salga perdiendo por minoría, ya sea por un “aléjate de mi en este instante” o por un “¿te gusto?” que en el caso de que te lo diga alguien de tu mismos sexo, no es nada recomendable.
Ser zurdo puede parecer difícil para un diestro, y con lógica, porque para los diestros todo es fácil, todo es más sencillo, porque todo ya lo tienen hecho para ellos, desde las carpetas que ya lo mencioné, hasta muchas cosas más que en una descripción escrita sería imposible narrar, pero que cuando uno es zurdo y ha vivido en carne propia estas desventajas se da cuenta de inmediato. Por eso, cuando veo a un diestro, me lo imagino zurdo e inmediatamente cambia su semblante, su sonrisa, y lo observo en una nube de incertidumbre, lo veo en una encrucijada. La misma encrucijada en la que nos hemos visto los zurdos de pequeños cuando alguna tía se nos acercaba y con voz maternal nos decía ¿hijito, eres zurdo? e inmediatamente muchas tías y tíos más se acercaban para apreciar al ser extraño, al diferente, al ser único entre los niños, al “zurdito” o como quieran decirnos, porque para un zurdo, la vida en sociedad siempre se presenta en forma de sorpresas, ya sea que estés en una reunión de cualquier estilo o que te toque firmar una planilla de datos. Siempre hay alguien que susurra cerca de ti ¿mira, es zurdo?, y también siempre existen las personas que te empiezan a analizar de arriba abajo tratando de descubrir algo en ti que se diferencia completamente de los demás, ya sea un sexto dedo o una lengua viperina o no se que tantas cosas más que puede atribuirse a la facultad de ser zurdo.
Siempre me ha extrañado que digan que los zurdos somos “muy sensibles”, porque en mi caso, considero que tuvieron el primer acierto y no sólo en el mío, sino en el de muchos más amigos zurdos que han ido apareciendo en mi camino. Zurdo que he conocido, zurdo que era más sensible que el resto o más apartado o más solitario o más amigo o más artista, en fin, no es que sea un atributo especial de los zurdos, porque debe existir también algún zurdo despiadado o que no tenga estos atributos que estoy mencionando, pero es común ver más zurdos con esta descripción que de otro tipo ( por algo así como que uno de los hemisferios de nuestro cerebro ayuda a eso) entonces, a partir de esta confesión podrán comprender que entre zurdos nos comprendemos mejor y tendemos a juntarnos más que por una cuestión de sorpresa al descubrir a otro “zurdo extraño” (que es muy común que se de al inicio de la relación zurdo con zurdo) por una cuestión de afinidad de caracteres, algo así como una pieza de rompecabezas que encaja con la otra, como si de sólo vernos nos comprendiéramos por completo aunque no nos conozcamos. Es por eso, que me hago muy amigo de otros zurdos, porque sé que más allá de una conversación hay una complicidad en el momento de hablar, una unión más profunda, y cuando nos juntamos, logramos hacer el “dream team” esperado, “el batallón perfecto”, pues, en un salón gobernado por los diestros, aunque sólo seamos tres zurdos unidos, eso se hace suficiente para llenarnos de valentía y poder decir que no somos bichos raros y que “zurdos unidos jamás seremos vencidos”.
Desde que era un niño zurdo he tenido muy buenas experiencias con otros niños zurdos ya sea en los juegos como en los deportes, y luego cuando fui adolescente, y estaba en secundaria, empecé a desarrollar una aversión natural a mis compañeros diestros, ya que el 99% de mi salón era de diestros y yo el 1% era el único zurdo. Esto conllevó a que me haga pasar por uno de ellos porque sino lo hacía pagaría las consecuencias del caso. Practiqué y practiqué durante semanas tratando de hacer una caligrafía decente con la derecha, pero mi vida como “zurdo disfrazado de diestro” duró poco al comprobar que en mis exámenes en vez de poner el resultado de la operación colocaba un dibujo deforme al estilo surrealista que me trajo las peores notas que se puede tener en el colegio. Luego, y comprendiendo que tenía que asimilar mi estado zurdo sea como sea, regrese a él, soportando las burlas de un grupo de estudiantes que buscaba cualquier pretexto para hacer bromas en el salón.
Pero los años de martirio pasaron, y una vez fuera del colegio, y después de haber conquistado más de una papeleta por mala conducta y de lanzarle uno “zurdazo” impresionante a un chino que molestaba mucho, descubrí en mi ventaja de ser zurdo una mina de oro, por lo que decidí ingresar a la Federación de box para ver si así cumplía mi meta de ser un zurdo reconocido por primera vez. Entrené duro, y las conquistas que pude lograr en los entrenamientos y en el ring de box de la federación fueron gracias a mi brazo de acero, ya que hacía dos “Japs” con la derecha y un gancho con la izquierda, gancho sorpresa que tumbaba a mis contrincantes. Mi padre feliz, me apoyó mucho en todo lo que a box se refería en el estadio nacional porque el siempre fue deportista y sabía que con mi brazo zurdo podría tener un buen futuro para el deporte de nuestro país. Gané peleas en las prácticas, fui ovacionado entre muchos y tuve la suerte un día de conocer a otro zurdo como yo en los camerinos de la Federación. El se hacía llamar “el zurdo Fonseca”, y me explicó que nadie podía contra su brazo. Lo admiré y en vez de hacerme su enemigo me hice su cómplice, porque como dije, entre los zurdos nos apoyamos, nos queremos, nos damos aliento. El me enseñó sus movimientos claves y yo le enseñé mis técnicas. Y así, sin importarnos el mundo, caminábamos por todo el estadio con la frente en alto, con un tatuaje de ancla que duraba “sólo un día” en el brazo izquierdo y esperando algún rival que nos haga la competencia que nunca aparecía. Hasta que el campeonato regional llegó y con ellos otros tantos boxeadores de diferentes partes del Perú hicieron su incursión en la Federación. Pelearon muchísimos representantes de Lima y provincias durante todo el día, hasta que le tocó el turno a mi amigo el “zurdo Fonseca” quien con mucha elegancia subió al ring de box y levantando los brazos y su ancla en el hombro izquierdo que se le estaba borrando demostró que con él nadie podía. Su contrincante, para mala fortuna, era un ambidiestro que sabía pegar muy bien con los dos brazos. Sonó el primer round, y mi amigo “el zurdo Fonseca” con toda su experiencia no supo que hacer, cuando como “flash”, el boxeador “Pepito demoledora ambidiestro” le dio una catana que lo dejó tumbado y sepultado para siempre del mundo boxístico. Al ver eso, en vez de subir a defenderlo, me escapé más rápido que “el correcaminos” y decidí prepararme bien para poder competir con “Pepito demoledora ambidiestro”, pero eso fue imposible, ya que a los entrenamientos habían llegado los más fuertes de las federaciones de todo el país y con cinco golpes bien dados yo ya estaba con la nariz hinchada y con la cabeza removida. Colgué los guantes de box y decidí alejarme de ese deporte para siempre.
Después de aquella experiencia tan demoledora tuve que meditar por muchos días sobre mi futuro y me di cuenta que para representar a Rocky ya había sido suficiente (una vez una señora me dijo que si era payaso porque tenía la nariz hinchada) motivo que me llevó a estudiar la carrera de Publicidad y la de teatro, ambas claro, con mayor tranquilidad, porque en ellas habían otros zurdos como yo. Nunca me sentí tan feliz como cuando entré el primer día al salón de clases y vi que dentro de la selva de “carpetas para diestros” ¡había una para zurdos!, me fui rapidito para cogerla pero me fue imposible en contra de mis deseos, porque 6 zurdos más, jalándola de un lado al otro se la estaban disputando, ¡y que iba a pensar en hacerles algún problema! estos zurdos que luego fueron mis mejores amigos eran más grandes que los de la Federación de Box y ya estaban destruyendo la carpeta de tanto jalonearla.
Con el tiempo nos la ingeniamos y creamos una regla; como las clases eran de lunes a sábado, quedamos en que cada uno usaba la carpeta de zurdo un día a la semana. ¡Ay, esos tiempos!, tan sólo recordar que a mi me tocaba el día miércoles, era sumergirme en el sueño perfecto, porque mi brazo esperaba ese día ¡si! ese día para poder descansar y no estar suspendido en el aire como por costumbre lo hacía. Los días más hermosos de mi brazo fueron los vividos en las aulas del IPP en el local de “El bosque”. Creo que para todos los zurdos que compartimos esas vivencias, recordar esos momentos nos llena de emoción y nos hace ver el futuro con más optimismo. Recuerdo que en esos tiempos una gran fiesta se organizó cuando el señor Bryson entro a nuestro salón de 3er ciclo y colocó otra carpeta para zurdos, ¡ya eran dos carpetas para zurdos!, mis amigos, amigas y yo saltamos de la alegría, y todo ese día nos fuimos a celebrar a “la casita” un bar que había en la esquina: una carpeta para zurdos más era un logro en nuestra vida.
Mis días de “zurdo estudiante” también los compartí con mi vida de “zurdo actor”. En este campo nunca tuve problemas y es más ser zurdo era una ventaja diferencial, porque cuando se enteraban de ello los otros actores se les abría los ojos tan igual como a las señoras cuando yo era un “niño zurdo” y me decían “si eres zurdo, eres artista”.
Ser zurdo señores, es una de las cosas más extrañas y hermosas que me ha podido pasar, porque más allá de todo, más allá de que a veces no tenga orientación y no sepa cual es mi izquierda y mi derecha cuando le tengo que decir al del taxista que voltee para mi casa (no se si le pasará al resto de zurdos pero a mi si, y es un problema), más allá de que me guste correr en contra del tráfico, por algo así como que siempre relaciono lo derecho con lo establecido y lo izquierdo con dar la contra, más allá de que a veces me ponga los zapatos de forma incorrecta el izquierdo en la derecha y el derecho en la izquierda, más allá de eso, mi estado de “zurdo en potencia” me ha llevado a vivir cosas muy extrañas y divertidas y a sorprenderme cada día más, cuando, en un lugar que nunca pensé estar, me encuentro con otro zurdo y le digo ¡que bien, ya somos dos! y luego sin pensarlo me hago amigo de otra zurda más y digo ¡que bien, ya somos tres!, es allí, cuando me entero que ellos pasan por algo similar a lo mío…cuando me entero que esa tendencia a escribir rapidísimo no era sólo mía sino de muchos de nosotros, es allí que mi corazón vuelve a latir a mil por hora y tengo los deseos de que todo el mundo sea zurdo, que todas las razas sean zurdas, que todas las carpetas del mundo sean “para zurdos” y que todo el universo se entere de las formas creativas con que nos ingeniamos los zurdos para patear la pelota (como es el caso del maestro de la zurda, Cesar Cueto que siempre hizo unos poemas en la cancha)… para poder comer, jalando la cuchara y el tenedor para un lado y para el otro (dependiendo de la persona), para escribir ya que en el estilo de la escritura no todos los zurdos escribimos igual, sino que unos alzan el brazo, otros levantan el cuaderno, otros haciendo la guerrita a la gravedad colocan el cuaderno en el filo de la “carpeta de diestros” para escribir, otros le dan la vuelta al cuaderno y escriben de abajo hacia arriba, de arriba hacia abajo, de costado, y otros como yo, simplemente se hacen a los locos y escriben pensando que no esta su brazo en el aire, sino que hay madera, ante la mirada de algunos diestros que no comprenden porque somos así de extraños los zurdos.
Debo resaltar también que no es requisito ser zurdo para ser izquierdista, y esto lo digo porque mucha gente se confunde aduciendo que porque somos zurdos también tenemos que compartir esas inclinaciones políticas. Es cierto que nuestra sensibilidad nos lleva a ser más humanos y a volvernos defensores de infinidad de causas, pero no es que esto sea toda la vida y que por ser zurdos tenemos que ser de “la izquierda”, sino que simplemente nuestros corazones en una etapa de la vida nos impulsan a querer cambiar el mundo (imposible de cambiar a nuestro modo, claro).
Ser zurdo señores, es más que decir “ser zurdo”, ser zurdo es amar a la naturaleza mirándola desde otro punto de vista, es comprender que no todos somos iguales y saber enfrentar el mundo con otros ojos (y con otro brazo también), ser zurdo, es una marca que nos acompañará siempre a todos aquellos que nacimos para serlo y que cada vez te va haciendo más sabio en un mundo invadido por los diestros.
Ser zurdo, más allá de todo, cumple su papel de amigo fiel y se que si algún día me toca morir sea como sea, lo haré levantando la mano izquierda, y señalando siempre hacia otro lado que no sea el baño, porque el baño está siempre “al fondo a la derecha” y con una comitiva de amigos zurdos podré decirle al mundo “he aquí yace un zurdo, que por vivir siempre en contra de la corriente, hoy regresa nadando de espaldas a la orilla del mundo que lo vio nacer”
Los zurdos nunca moriremos, siempre nos multiplicaremos, y si nos mezclamos entre nosotros mismos “zurdo con zurdo”, es probable que nuestra descendencia logre conquistar el mundo, porque al fin y al cabo, creo que Dios también es zurdo…
… o no…
Joan Manuel Flórez Estrada
6 comentarios:
Joan:
Buena tesis de la zurdera! De chibolo siempre queria ser zurdo, pero para patear como Eder(ese 11 de Brasil de España 82)o como el ciego Oblitas o como Michael Laudrup, o como Alain Giresse y claro como el Diego de la Gente!
Tambien fui Scout y aprecié saludar con la Izquierda pues "con la derecha se lleva la espada",
saludos,
Interesante y densa la historia de los zurdos ¡quién lo diría!.
ufff extenso el texto pero lo lei todo, me soprendi con el dato de que fuiste boxeador :0...uyyyy
la verdad no es mucho que lopuedo aportar porque soy diestra :p, aunque hubo un tiempo que fui ambidiestra...jiji
Ya eso no mas. miles de saludos para ti
Andrea
Tío que tales sábanas de letras... Ésta noche toca Dolores en La noche y estoy lasio, que lástima. Saludos.
jajajaja, lo maximo dolores,
"hay dolores repeti adolorido..." como diría Sabina.
Soy zurda.. jeje
y me gusto mucho tu post...
Yo fui tan feliz cuando me compre mis tijeras para zurdos (carisimas, por cierto)
hasta que cierto día las perdí...
Y ya no se donde comprarlas.
Otra cosa que odio es manchar la libreta y mi mano con la tinta...
en fin...
Saludos!!
Publicar un comentario