jueves, abril 12, 2007

los ecos de un ladrido

Ayer vi la tumba, era un campo de tierra donde los geranios latían una vida que se esfumó después de 16 años. Regresaste donde tu madre, que supo como cuidarte y cuidarse, retornaste a la luz, a la calma, al vientre natural del que llegaste. Aún te veo en mis brazos, saliendo de la placenta, alejado de las ilusiones del mundo, solo contra las abatalladoras decisiones de lo trascendente. Te fuiste, ya lo dije, pero cuando te recuerdo, cuando veo la flor que colocamos encima tuyo, aquella de mil pétalos rojos, después de haber cabado el hueco para que descances, di un suspiro de resignación y me deje llevar por el tiempo. Nuevamente renaceran las flores donde hoy descansas y se hará de día y de noche tantas veces como los latidos de los corazones palpitan en la tierra. Las lágrimas ya no tienen sentido, sólo el recuerdo, y mi familia y yo, te tendremos presente, viéndote siempre agitado, corriendo y ladrando como un cachorro inquieto. A un día de tu partida, te abrazamos cariñosamente y la lágrima que se digita en este espacio quedará peregnizado en tu recuerdo. Buen camino amado Bronquito. Perrito Lindo.

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