Hay una tarde en que los lapices se mezclan con la ideas y la música reggae suena por todo el salón, allí, las nubes multicolores retocan los segundos y pronto renacemos a la creación y nos hacemos inmunesa la cotideanidad. Las calles siguen mostrando la lluvia lacerada y la velocidad de la gente forma el campo de acción que inmuniza la realidad. Allí, entre aquellas ideas que aparecen y desaparecen entre el palpitar del instante, hay una momento para escribir y en él, todo lo planeado se transforma en sólo sueños.
Las horas pasan silvando, y el silencio dice mucho.