¿Y qué de las noches? si no veo que aparezcas aún y te acerques a mi, diciéndome tantas cosas que me quede callado y contemplándote. ¿Y qué? si luego avanzan las horas y sigo en lo mismo y se termina la música y me tengo que ir sin haberte visto, con un vaso medio lleno a un lado y la esperanza que ingresa nuevamente a mi bolsillo para sacarla en otra oportunidad. ¿Y qué? si no sabes quien soy y creo que tampoco te imaginas las cosas maravillosas que juntos podríamos lograr.
Quizás, en medio de las nubes o el humo que se genera por la alegría de los momentos, observes a lo lejos esa mirada que se filtra entre las palabras y las melodías y te des cuenta que, aunque no lo quieras, y aunque no lo quiera, tú y yo hemos aparecido en ese mismo instante que necesitabamos conocernos.
No sé donde estás y menos si sabes que escribo y escribo ahora, pero si sé que no existe aún momento en el cual no avance guiado por tus sentimientos y escuche tus deseos tan fuertes de verme. Pues aquí estoy y mantengo esa esperanza de tenerte también.
Por mientras sigo viendo los días grises, escuchando a la gente y a esas risas y comentarios sin decir más, porque sé que nadie nunca sabrá nada más allá de lo que le puedas mostrar.
Eso es la vida, los espacios personales y mis deseos profundos de poder conocerte y decirte muchas cosas. El tiempo, como un líquido constante se va yendo y a veces se nos escapa de las manos.
Intento seguir nadando, porque es el único modo de poder llegar a la orilla, donde tú te encuentras sin más que esperar por mi tambien.
Nada más que eso y sé que es por siempre.
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