Es que uno a veces no se da cuenta de lo penoso que es perder una oportunidad y caminar por la huaca mientras en bicicleta pasa esa chica hermosísima con la que estudiaste hace muchos años. Y te vio y hablaron muchas cosas mientras su sonrisa te dijo todo y te explicó de esa oportunidad que perdieron y de las tantas veces que pudieron estar juntos.
Es que tenerla al lado fue lo más importante en esa época mientras que yo, haciendo mil y una cosas me olvidé de esa oportunidad. Ella, con su saco hermoso y su bella sonrisa se quedó largo rato esperando que yo le hable y conversamos mucho, y nos volvimos a dar cuenta, por más que parecía que el tiempo paró, que el destino nos fue alejando por otros senderos para permitir este encuentro ahora. No sé cuantas veces la vuelva a ver o si existirá mayor oportunidad que esa, pero yo, mis bolsas del supermercado, un atardecer sin autos y una bicicleta con canasta fueron suficientes para descubrir que una bella oportunidad que se te presentó, hay que saber aprovecharla y no dejarla de lado, nunca más, aunque pareciera que todo es tan fácil y nunca se irá de tu vida.
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