sábado, junio 16, 2007

el ir y venir de la vida...

Otra vez invierno, el frío está mas fuerte que antes y pasear por las calles limeñas es como entrar a un refrigerador. hace tiempo que no jugaba con el vientecito helado. Expirar el aire mientras delante tuyo vez una especie de vapor. Encoges tu cabeza porque tienes frío y caminas con las manos metidas en los bolsillos. Siempre me gustó el invierno. Salir abrigado y caminar, me hace recordar los días en que iba temprano a mi colegio, la neblina tapaba todo larco y tu caminabas por las calles. la gente pasaba con sus autos y no se les podía observar por dentro porque el frío formaba una especie de vapor. Los años han ido pasando pero el clima aparece y desaparece igual, ahora la variación de frío es más fuerte, y en las noches hay que taparse bien para que no te congeles. Sólo en estas ocaciones es cuando quisiera que regrese el verano, por otras no. Saqué mis chompas del closet, y hasta los gorritos. Y regresar en la noche del trabajo es divertido abrigadísimo sólo cuando sabes que tu casa te espera para que tomes un té caliente. El clima de invierno es depresivo por naturaleza, no te da ganas de levantarte y prefieres hacer tu trabajo desde tu cama, si eso se pudiera, nadie saldría de su casa. Adoro abrigarme mucho, y creo que adoro el invierno por su melancolía, como que transforma las calles en una especie de escenografía de película. Vez a los demás y pareciera que fueses un personaje. Lima es una ciudad muy melancólica, la neblina es parte de uno y las poesías salen con más fluidez. Adoro comprar libros en invierno, tomarme un emoliente en la carretilla, saludar a mis amigos de siempre y caminar por las calles que emanan arte como es quilca, barranco, y hasta el mismo miraflores. El invierno como que te impulsa a ser más amigo, a ser más sincero y querer estar en compañía. En el silencio cansado que impulsa el frío uno va andando y se siente como una tortuga dentro de su caparazón. El manto de panza de burro afianza el carácter nacional. Jugaré un poco por aquí y de ahí iré a dormir. Otro día más de frío, que inventa por allí a un nuevo Cesar Vallejo que juega con los dados eternos.

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