miércoles, diciembre 17, 2008

La gratitud del viajero:


Una vez ya en casa, y con la comodidad que da recostarse en un sillón tomando algo y disfrutando de una buena conversación, un viajero evoca grandes momentos inolvidables de la aventura que le tocó vivir.

Las personas ansiosas por descubrir ese mundo te miran, te preguntan, y tú, con la claridad del recuerdo que tienes en mente vuelves a vivir cada secuencia del recorrido que se hizo en el viaje.
Llegan a la memoria los olores, la música, las sensaciones y las anécdotas del camino. Aparece aquella señora que te vendió binoculares para ver el concierto o aquel señor gordo que con su trinche te mostró un pedazo grande de carne.

Llega el recorrido en el bus, la guía que te enseñó mucho de los caminos, las conversaciones con gente desconocida en el subte, los parques, el dinero extraño en tu mano y la amabilidad de la gente.

Los que están junto a ti te escuchan, aquella historia es increíble y tú te sientes bien de que todo haya sido tal cual lo tenías en la mente. No tienes que exagerar nada, porque todo eso se vivió, no tienes que mentir tampoco porque no tienes porque hacerlo. Ya que un viajero en la soledad de su recorrido aprende a ser auténtico y a desarrollar su intuición. Algo que tenía dormido antes de partir.
Tus pies cansados a un lado, quedan tranquilos después de haber caminado tanto, tus brazos que hoy cogen el vaso de agua, reposan de saludar y cargar tanto, de tomar barandas de buques, de entregar pasajes de avión, de abrazar y comer algo distinto. Y tus ojos agradecidos por todo lo que pudieron ver, hoy tienen una claridad especial, la del viajero agradecido y con ganas de dar lo mejor a las personas.

Si antes te amargabas por cosas pequeñas, hoy callas y esperas otro viaje, esperas con ansias volver a salir para recabar más información. Si antes te estresabas con las cosas, hoy las dejas pasar y vez el cielo imaginándote que hay del otro lado del mundo.

La gratitud de un viajero es un regalo maravilloso que permite crecer como ser humano, y mientras más viajes se tengan, más deseos de ser buena persona y dar lo mejor en la vida.

El viajero seguirá soñando, y las puertas del mundo seguirán abiertas para sus nuevos descubrimientos.
Joan Manuel Flórez Estrada

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