Antes de terminar un año uno entra al clímax de las emociones donde pone en una balanza lo bueno y lo malo que paso. Pasan por la mente juergas, momentos tristes, ratos de extrema alegría, suspiros, instantes donde el amor ronda y tantas cosas, que cuando llega el cambio de año y dan las 12 a.m. uno explota de la emoción y sólo quiere empezar todo con la mejor onda del mundo, dando lo mejor para que el año que siga sea excelente.
Lo distinto de todo esto es que todo es cuestión de emociones, porque las horas siguen pasando, los días se vuelven noches, las personas son las mismas y al día siguiente reenfrentas a un nuevo año pero con las obligaciones pendientes. Regresar al trabajo, con un poco de pereza por los días de fiesta, a las reestructuraciones en la oficina, a las órdenes, el tráfico, pero definitivamente a un lindo día de sol y la posibilidad de caminar con polo manga corta, sin casaca y tomando agua. En lo particular, como regrese de la playa renovadísimo, decidí dejar tanta juerga y ahora me concentro en acostarme temprano, desayunar una fruta y levantarme relajado. Ya no estudio como el año pasado en las noches, aunque ire viendo un tallercito por ahí y tengo chamba cada día un poquito más. No sé como me irá en el transcurso del año, es la verdad, porque cada día es una incógnita.
Sólo se que el 2007 fue genial y este 2008 todavía no ha demostrado mucho, sólo los rayos del sol. Me levanto descansadísimo, me pongo los lentes, cojo una fruta y salgo a la calle. Allí, las mismas personas cruzan hacia la bodega, al parque, los carros pasan, avanzo hasta llegar a la avenida y veo las mismas combis de siempre. Adentro, la música mezclada en distintos generos acompaña bien el verano del tránsito Limeño y al bajar al paradero para llegar a mi trabajo avanzo tranquilo.
El verano te da esa alegría que caracteriza a otras culturas, por el sol. Lima se apodera de ella en los meses de enero, febrero y marzo y es genial. Estoy tentado de ir a la playa este fin de semana. Y espero que todos los otros fines de semana tambien. El amor llega en estos meses, y conciente de ello lo estoy esperando, estoy receptivo a él. Y eso es bueno.
Sólo hay que vivir y sacarle ventaja al verano de este nuevo año.
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