La familia se va con muchas bolsas en la mano, se separa y se despiden en un taxi, con un adiós con la mano y mucha esperanza por el nuevo lugar al que irán a vivir. Se fue mi hermano, se fue su familia y en mi casa queda un segundo piso con un hueco vacío y en silencio. Avanzo y veo los cuartos…veo las cajas que aún quedan por mudar, las esquinas donde yo de pequeño jugaba de balcón a balcón, observo los rincones, el dibujo de Lennon que hizo mi hermano y que ahora está por la mitad y quedo en silencio.
A veces las tristezas son anticipos de algo nuevo que está por venir, algo que será una luz después de las lágrimas. Yo también tendré que mudar de la casa de borgoño, tendré que sacar poco a poco lo que guarde por años en cada rincón especial hasta dejar a la casa que juguetee vacía con el eco de las voces, como cuando recién llegamos y yo era un niño.
La familia se va y por cada paso y cada voz que se escucha a la lejos, retorna a la mente aquel recuerdo de vida, aquel instante en que todo, absolutamente todo era distinto y nadie pensó que las cosas pasaran así. Mi perro está más viejo, las cosas de mi adolescencia quedan en cajas y la gente, la gente, tan discreta pero poco conocedora de lo que somos. Total, la familia construye tu sangre y no hay porque pedir que alguien opine sobre lo que no siente.
El segundo piso de la casa queda vacía desde hoy en la noche, nadie dormirá ya más ahí. Y entre las cajas vacías y los cuartos oscuros con el eco del recuerdo y las voces de niños impregnadas en las paredes, el tiempo seguirá avanzando y construyendo los llamados recuerdos, de los que un día formaré parte también y todos los que hoy vivimos y quedaré en la mente de alguien que dijo que algún día me conoció.
Lo que queda, queridos compañeros de camino, son los ratos entre amigos y en familia, lo demás…
…lo demás es lo demás…
A veces las tristezas son anticipos de algo nuevo que está por venir, algo que será una luz después de las lágrimas. Yo también tendré que mudar de la casa de borgoño, tendré que sacar poco a poco lo que guarde por años en cada rincón especial hasta dejar a la casa que juguetee vacía con el eco de las voces, como cuando recién llegamos y yo era un niño.
La familia se va y por cada paso y cada voz que se escucha a la lejos, retorna a la mente aquel recuerdo de vida, aquel instante en que todo, absolutamente todo era distinto y nadie pensó que las cosas pasaran así. Mi perro está más viejo, las cosas de mi adolescencia quedan en cajas y la gente, la gente, tan discreta pero poco conocedora de lo que somos. Total, la familia construye tu sangre y no hay porque pedir que alguien opine sobre lo que no siente.
El segundo piso de la casa queda vacía desde hoy en la noche, nadie dormirá ya más ahí. Y entre las cajas vacías y los cuartos oscuros con el eco del recuerdo y las voces de niños impregnadas en las paredes, el tiempo seguirá avanzando y construyendo los llamados recuerdos, de los que un día formaré parte también y todos los que hoy vivimos y quedaré en la mente de alguien que dijo que algún día me conoció.
Lo que queda, queridos compañeros de camino, son los ratos entre amigos y en familia, lo demás…
…lo demás es lo demás…
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