miércoles, noviembre 04, 2009

Un comercial!...(Trampolín a la Fama)

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Para un país como el nuestro donde la mixtura de razas se mezcla formando un yo nacional, auténtico e indivisible, programas como “trampolín a la fama” o similares se tornan necesarios. Allí, en su tiempo se criticó la actitud de Augusto Ferrando, acusándolo de abusar de la gente pobre pidiendo a cambio de un poco de dinero que realicen acciones denigrantes en su programa, pero viéndolo con ojo crítico y a la luz del tiempo, nos damos cuenta que ese programa no sólo caló en el colectivo nacional sino que se hizo memorable y hasta necesario para sentirse “peruano”, es decir, sentirse “criollo”. Haciendo referencia a la palabra “criollo” en un sentido cultural, como la capacidad que tienen las personas en nuestro país de sacarle la vuelta a lo establecido. Ahora, no en vano canal 5 saca especiales recordando los grandes momentos de “trampolín a la fama” en “trampolín para todo el mundo” ni tampoco Carlos Álvarez y JB parodian momentos de este programa. Todo tiene su razón de ser y esa razón es la gente.

La gente de las clases populares, en su gran mayoría, que busca con urgencia un espacio donde se puedan ver reflejados y premiados con una “cocina surge”, “cincuenta kilos de arroz”, entre otras tantas cosas que ya no se ven en la televisión (y si se ha visto no han calado tanto). Creo que el fracaso de los “cómicos ambulantes” fue básicamente que sus chistes se segmentaban a un público muy reducido y no eran bien recibidos por todos. Cosa que no fue el caso de “Trampolín a la fama”, que aunque tenía un lenguaje “criollo” (pícaro, patentado por el colectivo nacional) este criollismo involucraba a todos, sean pobres y ricos, y por eso no sólo llegaba a masas populares sino a la clase media y alta, que no admitía ser seguidora del programa pero que era muy seguro que lo vieran. ¿Porque?, porque el fenómeno de “los canales por cable” es relativamente nuevo y sólo abarcó los últimos años de “Trampolín a la fama” y antes la televisión con canales netamente nacionales te exigían a que te decidieras entre las pocas opciones a escoger.

Hoy, el fenómeno Augusto Ferrando, ha venido en aumento y la gente habla de “el negro lindo” añorando esos tiempos en que en canal 5 lo observaban diciendo “un comercial ¡y regreso!”. Claro, los que lo extrañan más son en gran medida la misma gente que antes lo criticaba en prensa y televisión y que hoy lo adora. Los que antes ni siquiera hubiesen pensado en hacerle un homenaje y un especial, ni menos colaborar con una novela, pero hoy no sólo lo hacen sino que se emocionan cuando oyen hablar a Juan Carlos Ferrando, hijo sobreviviente de Augusto que antes era un desconocido y como productor de videos para grupos nacionales nadie daba un centavo por él.

Pero señores los tiempos cambian y a la luz de los años que develan las cosas que han sido importantes para un pueblo que vio durante 35 años este programa, sumado a la cantidad de acontecimientos que suceden en nuestro país, ni un JB ni un Carlos Álvarez (que por cierto son divertidísimos y que apaciguan el recuerdo por un rato en sus parodias) podrán suplantar el sonidito auténtico del órgano Yamaja, las cocinas surge, las pelotas viniball, un tribilín que mandaba siempre saludos a sus amigos de la línea de ómnibus, una “gringa inga” con sus palabras masticadas, un Carvajal, una “Violeta Ferreyros” y ni uno sólo de los personajes que sábado a sábado desfilaban por los estudios de panamericana televisión donde Ferrando decía ¡yo lo descubrí!.

Es decir, “Trampolín a la Fama” marcó el antes y el después de un pueblo.

Un pueblo, que día a día añora verse reflejados en un personaje que piense como ellos, que sea como el papá que todo lo puede y todo lo da, que esté al día con las “criolladas” y sepa conmoverse con la pobreza, que lamentablemente en nuestro país, ni con el gobernante más autóctono y más teatrero que hemos tenido, se ha podido lograr.

El pueblo necesita “mil cocinas surge” “mil kilos de arroz” “mil refrigeradoras Coldex”
El pueblo necesita que solucionen el hambre y la pobreza. Y no que se roben su plata....

Es allí que en las pantallas nacionales se vea cada vez más necesaria la presencia de programas como “trampolín a la fama” donde don Augusto Ferrando después de haber obsequiado mil productos de primera necesidad… ¡al que me traiga una gallina verde! Al que me traiga ¡Un huevo duro!, entre otras tantas cosas... terminaba “batiendo” a sus compañeros que envejecieron con él haciendo reía a la gente y con su popular ¡un comercial! y regreso, dejara en expectativa y con una sonrisa cómplice a la gente hasta el otro sábado...

Sábado en que las masas volvían a mezclarse para ver las novedades de “trampolín a la fama” y soñar que quizás… si quizás… una de esas cocinitas algún día podía ser suya.

¡Un comercial!...

…y regreso.

Joan Manuel Flórez Estrada

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