Trujillo es un lugar muy lindo para conocer. Su gente, su plaza, sus museos y huacas, sus ruínas de Chan Chan, su Huanchaco, sus caballitos de totora, todo le da esa mística que llama a visitarla siempre. Regresé muy contento del lindo viaje que tuve y volvería mil veces a pasarla espectacular. Un Pisco Sour en el hotel de turistas y una cerveza helada en "Tributo Bar" fueron los que me dieron la despedida. Y aunque nunca tienen que cerrarse las puertas, aquí queda la promesa de volver a regresar y pasarla bien.
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