Quizás lo que hice hasta este momento sirvió para demostrarme que necesito escapar. No sé a donde, no sé como, pero escapar y hacer lo que realmente me gusta que es escribir. Quizás debajo de un árbol, quizás a la orilla del mar o caminando por algún pueblito desconocido donde nadie me conozca y menos yo conozca a alguien. Alejado de la contaminación del trato diario con personas encargadas de tomar decisiones y que emanan estrés. Quizás me falte eso y una maleta muy grande donde pueda llevarme lo mejor de las cosas que tengo escritas y las pueda publicar en algúna imprenta desconocida.
Últimamente vengo bajoneado. Con más trabajo que vida y unos días llenos de compañeros de trabajo, risas, chismes y tantas cosas que pasan en los trabajos. Mis proyectos de publicar el otro libro quedó estancado por otro necesario y más grande de otra índole y mi vida sentimental está en cero. Quizás por eso es ando así, porque por lo menos de esa forma podría estar tranquilo pero ni siquiera allí lo estoy. Voy solo por la vida.
Necesito escapar, necesito viajar, cruzar el río, conocer a gente tan increible como aquel carpintero en Uruguay que deseaba hacerme el bajo con la linda chica del quiosco, o sino caminar por los pasillos de algún aeropuerto, como el de Santiago, y conocer a Cata, decirle que si todas las chicas de su país son tan lindas como ella y luego vivir un pequeño romance. Necesito pasear por Buenos Aires al ritmo del tango, parar un Remiz y despedirme apasionadamente de aquella muchacha que prometió venir a verme a Lima y lo hizo por tres días. Necesito tomarme esa cerveza y celebrar junto a mis amigas mexicanas y colombianas mientras anochecía muy tarde para luego llegar al puerto y celebrar a lo grande que las cosas me salieron bien; que mi corazón por un momento estaba contento y no pasaba lo de ahora: una soledad no deseada y con ganas que todo cambie, con una carga de trabajo increíble y casi sin vida.
Si tuviera que elegir, definitivamente haría la elección más sabia; conseguirme un lugar pequeño donde el trabajo no sea tan fuerte pero donde tenga vida. Esa que se necesita para escribir, reír, llegar lleno de anécdotas y poder salir que es necesario para nutrir el alma.
Por ahora me siento saturado con tan poco tiempo en mi nuevo trabajo. Sabía que sería así, pero nunca tanto, todo era especulación en mis pensamientos. Falta poco para que sea media noche y poco también para que en unas horas amanezca y todos tengamos que salir a trabajar. Mi corazón se empecina por vivir, por salir a la calle y ver a la gente, nutrirse de las risas, las anécdotas y tantas cosas, pero lamentablemente el ser humano necesita dinero para vivir y ese se consigue trabajando, y muchas veces el trabajo en el que uno está no es como uno lo soñó pero tiene que estar ahí hasta que aparezca algo mejor.
Bueno, para que seguir; aquí les dejo una canción de Sabina que estoy escuchando mientras me tomo una chela para terminar la noche del Domingo. Fue un fin de semana muy bueno, parrilla, risas, conversaciones en bares llenos de bulla, anécdotas y familia...pero ahora ya el tiempo se acabó como todo en la vida y empieza otra vez el cronómetro interminable de las responsabilidades y la presión. Espero terminar esta semana sin más llagas de decepción y reír algún momento.
Suerte a todos.
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