Sentado frente al escritorio, recostado en el jardín, o simplemente caminando por cualquier calle de Lima, uno puede ir pensando en historias que luego se traducirán en el papel. Desde alguna anécdota hasta grandes novelas que nos cautivan por completo.
Por ello y más allá de las limitaciones económicas o de los problemas que siempre aparecen, la salida más sana y divertida es escribir. A mí me encanta la idea de crear historias y graficarlas en un papel.
En mis años escribiendo me di cuenta que este oficio es uno de los que me hacen sentir más seguro en mis decisiones, ya que al escribir uno crea vidas, las destruye, transforma acontecimientos y hace que pronto cobre sentido una calle que murió en el recuerdo. Una avenida puede recobrar su fuerza y un árbol puede ser el mártir de una historia.
En el mundo editorial hay muchos cuentistas que presentan sus escritos y pocos que logran publicar alguno, pero más allá de ese objetivo que es noble y gratificante y que además permite que uno pueda ser difundido a miles de personas, está el hecho mismo de escribir y sentirte bien con lo que haces.
Escribir y darte cuenta que en el hecho de la creación está el gusto de todo, está la semilla que te hará feliz toda la vida.
Es igual que un deportista que sabe que si no corre diario una cantidad de kilómetros o no levanta pesas, se sentirá mal por no haber cumplido con sus obligaciones sanas, del mismo modo si un escritor no se enfrenta diariamente a un papel en blanco entonces sentirá que ese día será perdido y que su creatividad no habrá tenido razón de ser.
Particularmente hay momentos que no puedo escribir y que me dedico a leer. Leo, ya sea por la costumbre enraizada de la adolescencia, a veces cinco libros al mismo tiempo, intercalando unos minutos para cada uno y me divierto de pensar que cada persona que escribió un libro tuvo que enfrentarse a ese vació, a ese tener que resolver algún nudo que se formo en el texto y seguir adelante.
El vicio de escribir, como ya lo dije, consiste en la creación misma, en saber que uno puede dar más y que uno puede tener soluciones inteligentes a trancas en la historia y no se quedará en la mitad.
Pulir el escrito es otra parte importante que debe tener presente alguien que escribe, ya que cuando se tiene toda la creación en matriz siempre hay que leerla de nuevo, observando en la mayoría de casos que por ser el primer envión se dijeron palabras de más, se redundo o no se colocó algunas definiciones, palabras o expresiones que hagan del cuento, la investigación, el relato, o lo que se trabaje, un texto redondo y sin baches a la hora de leer.
Para el que tiene por costumbre escribir, descubrirá que la lectura es primordial para poder avanzar en su carrera, es como la gasolina que le faltaba al automóvil, como el alimento que el ser humano necesita para vivir, pues, la lectura nutre de experiencias de otros al escritor, nutre de estilos para poder adaptar, nutre de creatividad para poder resolver párrafos, nutre en si, de mucho más que unas cuantas líneas, nutre de un mundo que otro escritor te ofrece para que aprendas que cada quien puede hacer magia escrita a su modo.
Los grandes escritores clásicos son un ejemplo de eso, pero también los escritores modernos y hasta algún desconocido que por su talento y su estilo literario logra impresionar. El escritor que toma este camino como oficio y parte de su vida, sabrá que aunque al inicio no tenga mucha afinidad hacia los libros, poco a poco se irá acercando y que ningún otro medio podrá quitarle el encanto que tiene la palabra escrita en un papel.
Leer los libros de un escritor o escucharlo en alguna presentación o entrevista, es un goce que te lleva a descubrir que poco a poco el fue afinando su estilo y esa idea te complace ya que el mundo de las letras es tan vasto y embriagador que quien se encamine en él será un compañero a quien no se le puede tomar desapercibido. Quien comparte la pasión por las letras forma parte del único cuerpo que forma la inspiración y la palabra escrita en donde nos encontramos todos aquellos que tomaron en serio este camino.
Más allá de inmortalizar a un escritor, esta la idea de reconocer su esfuerzo y su resultado final, el modo como llevo la historia y su impulso por querer compartirlo con el resto en un libro. Ya que el libro es el resultado de un trabajo intenso y merece un elogio muy especial.
Los libros nunca dejaran de existir, ya que en ellos se archiva más que palabras un encanto, una mística, un embrujo. En el simple hecho de abrir un libro y de ver su diseño, cuantas hojas tiene, que tipo de letra y que olor se encierra un misterio que siempre esta presente; ese misterio se llama complicidad. Y el libro se vuelve cómplice del lector, haciendo que cada palabra que esté escrita allí se identifique con cada persona que la lee, logrando en muchas oportunidad que el lector llore y que se emocione al leer un párrafo.
La historia te rapta, la historia te hace cómplice, la historia, como un espíritu vivo, te llama a compartir el instante y a ser parte de lo que siente el personaje, no el que lo escribió, sino el que adopto una nueva vida y completamente diferente para cada persona que la lea.
La mística de la lectura como la mística de escribir van más allá de un reconocimiento, son fases trascendentes en el ser humano que nos nutren de fuerza y seguridad ya que en los mundos internos se teje otra vida que no nos dejará desde el primer momento en que persistamos en la tarea de seguir adelante en el mundo escrito.
Me encanta la idea de que al levantarme tendré que crear algo, tendré que sentarme frente a mi computador y continuar una historia que se quedo madurando el día anterior, darme a la tarea de ponerle punto final a un escrito que no se pudo resolver antes y eliminar y aumentar cosas a un texto inconcluso, porque más allá de todo, el mundo del escritor no se resume en hacer por hacer, sino en sentirse satisfecho con lo que crea y no parar en el intento de que sea mejor.
Cuantas veces me he visto en la disyuntiva de continuar o no en este camino, cuantas veces, por un día que tu mente se nubla, he decidido no saber más de la palabra escrita, pero también cuantas veces me he visto en la gloria cuando me salió todo bien o cuando un cuento no tubo necesidad de ser corregido mucho. Porque siempre, como todo en la vida, hay momentos de lucha, hay momentos de triunfo y hay momentos de derrota, pero más allá de todo, está el escritor que con su deseo de seguir firme en su meta no pierde las esperanzas de crear algo mejor cada día y ese impulso es el que lo hace sobresalir en la vida y en cada cosa que hace.
El escritor, como el quijote, no teme al porvenir y aunque trastabillé en su camino siempre sale con pie firme porque su mundo interno es mas fuerte y las soluciones literarias se le abrirán paso cuando menos lo espera.
Mi mundo es escribir y aunque las dificultades traten de menguar mis ansias de lograr el escrito inmortal que es el que siempre se espera, no pierdo las esperanzas porque ya aprendí la lección, que sólo el que persevera es el que logra realizar sus sueños. Y en la literatura, todo lo que desees se hace realidad con solo colocar la primera palabra al escrito.
Joan manuel Flórez Estrada - "Escritos "- 2006
No hay comentarios.:
Publicar un comentario