sábado, septiembre 13, 2008

El día que la Gringation me dijo adiós

Algo que escribí en el 2005, en el tiempo en que adoraba dejar mis anécdotas plazmadas en papel y estabamos todos más jóvenes...y algunos aún no se habían divorciado.


Good bye sería la despedida correcta, pero antes de hacerlo con la manito levantada y sonriendo como una muñequita barbie, con esa sonrisa que te enternecía muchísimo, lo que hizo fue despedirse de mi moralmente y psicológicamente porque por primera vez en la vida había descubierto que una gringa no era tan fácil como suelen decir y que más allá de todo me encontraba frente a la mujer de mis sueños, pero no de los húmedos, sino de aquellos de encontrar a la pareja perfecta.

Debo decir que yo no la encontré, sino que ella me encontró a mí esa noche en que mi madre cumplía un año más de vida, que siempre era un año menos y que aparecí después de mis largas caminatas de regreso de mis clases de literatura en la católica. Salude a todos y quedo frente a mi Erin, una muchachita de 22 años frente a mis 29, que no mencionaba palabra y que lo único que hacia era sonreír lindísima mientras yo hablaba y hablaba de mis cosas y de todo lo me que dijeron que hablara ya que la señora que la había traído era una amiga de la casa y me dijo que vino con ella exclusivamente para que la pudiera conocer y luego mantengamos una bella amistad.

En su sonrisa cómplice descubrí que era con doble intención esa presentación por lo que levante los radares y me decidí a conocerla. Erin, si, Erin se llamaba y me demoré más de dos días en memorizarme su nombre, pero lo puede hacer y al día siguiente, que ya estábamos los dos caminando por el museo antropológico de lima, pude descubrí que además de ser gringa y bonita, no era tan plástica como tanto dice la canción sino que por el contrario era una de las chicas de las que ya no se encuentran… y claro, ella estaba a mi lado y su bella presencia resaltaba mi ya conocida forma de ser y hasta me sentía extraño de andar junto a tan linda chica.

Pero en fin, después de ese museo vino otro y otro y otro más y nuestra cita se resumió en una descripción de todos los museos de Lima que yo no recorría desde mis épocas de estudiante y que por ende me venían muy bien en el camino. Le mostré todo lo que se podía mostrar a una extranjera aunque mi corazón aún no palpitaba como lo empezó a hacer luego de unas citas más, pero para que adelantarme si las cosas caen por su propio peso y pronto me encontraba frente a ella, en otro día bonito e invitándola a pasear por barranco. Caminamos mucho, nos divertimos más y las cosas tan hermosas y las conversaciones que pude tener con la gringa me reconfirmaron que no estaba frente a una chica hueca.

La lleve a mis sitios secretos de meditación frente al mar, quería decirle lo mucho que me gustaba pero pronto su presencia tan mágica me frenó en el intento y me quedé mas tímido que en el colegio. Pero igual nos divertimos y Erin y yo paseamos por el puente de los suspiros, comimos anticuchos y la lleve nuevamente a su casa. Esa tarde descubrí que USA es un país maravilloso y tenía su fan numero uno. Pero esto fue después, en la noche que la invite a que vea mi obra de teatro. Esa noche actué con un grupo de amigos y ella llego sola a verme. Se divirtió con la obra y esa noche concluimos en una reunión grupal con todos mis amigos actores en la casa de una amiga donde la pasamos muy bien y por poco me desmayo porque no sabía de qué forma decirle que estaba enamoradísimo de ella.

Espere a que termine la reunión para luego acompañarla a su casa, en el recorrido estaba tan nervioso que nunca hubiese pensado en decir palabra, pero una vez estuve cerca de su casa y ya próximo a dejarla, me vino la sinceridad y por primera vez después de tanta salida le dije lo mucho que me gustaba, pero se lo dije tan enredado que la pobre Erin se confundió más y no supo donde meterse de la vergüenza, no sabía donde meter su cara, y yo la mía tampoco y me sentí tan idiota que se me enredo la lengua…

Y con lengua enredada y el corazón también la deje en su casa, después de prometerme no decirle nada a nadie.

Esa noche me sentí un idiota al no saber donde meterme después de declararme tan mal. Sufrí por eso y nunca supe más de ella, la invite a salir y siempre se mantuvo ocupada durante las dos semanas que aún le quedaba de estadía en Lima.

Por primera vez una gringa me había dejado sorprendido, me había dicho adiós sin decirlo, y yo, arrepentidísimo por todo, decidí escribir esta historia para quitarme de la cabeza el cargo de conciencia que me quedo al no haber dicho las cosas de forma correcta. Por eso, si algún día lees estas líneas Erin, déjame decirte que realmente no fue mi intención atracarme y….bueno, no sé…

29/05/05

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