La garúa hace que muchas cosas se vuelvan imposibles, pero a la vez posibles. Los caracoles en la oscuridad húmeda de las veredas cruzan sin pensar que un pie los puede pisar, pero del mismo modo, la lluvia y su resaca que queda como charcos en toda la acera se vuelve un escenario maravilloso para las confesiones, las caminatas y los consejos.
Últimamente me he sentido en Buenos Aires cuando salgo todas las noches, ya que tengo de compañera de trabajo a Polly, una chica que viene de allá con su mate, sus experiencias sorprendentes y su buena onda. Con ella converso todo el recorrido que va de la oficina a la casa donde esta hospedada y da mucha nostalgia y risa y no se que ir avanzando sobre las veredas casi mojadas, y casi nostálgicas otra vez.
Quisiera mil veces poder resbalarme como una gota y caer por ahí en algún lugar del jardín y reposar ahí entre la arena, el jardín y no moverme.
Yo le hablo mil cosas y ella, escuchándome me da los mejores consejos que uno puede escuchar después de la lluvia. Me enseño por ejemplo la estadística del “No”, que es tan acertada como el “si” que viene después. Nos divertimos muchísimo y mientras hablamos me acordaba que la vida se me fue dando como un rompecabezas y que ahora ya a mis 32 me sigo divirtiendo como cuando tenia veinte, y veinticinco, y mil cosas más que rondaron por mi cabeza, porque la verdad, uno va experimentando situaciones que quedan como experiencias para ser más amigo de alguien siempre.
No sé, a mi me pasa, cuando empiezas a valorar a quien te escucha y sabes que no esta por gusto a tu lado, porque cultivar la amistad es lindísimo, como me dijo ayer la preciosa Elsie, que siempre me acompaña y no me deja por nada del mundo, como yo a ella. Es de esas amigas que nunca se irán por más que haya sol, lluvia, que cese la lluvia y las gotas crezcan y se hagan feísimas y diferentes. De regreso a mi casa caminé escuchando música, en ese sound track que resulta cuando andas con tu ipod por allí caminando hasta el paradero, las calles están a media luz y tu pareces parte de una película y la gente te ve, no sé porque, pero te ve, y tu quieres seguir pensando y soñando que las fotos que quedan son para siempre y las amistades también.
Hoy quise a los caracoles más que nunca y no los pise como suelo hacerlo después que regreso a mi casa con lluvia y por allí escucho un clic, es ese momento en que me viene a la cabeza la estadística del “no” y no sé que tiene que ver eso en ese momento pero me conmuevo, me agacho, cojo al caracol y lo pongo en un lugar seguro, lejos de mi zapato o el zapato de alguien, luego veo otro caracol y me vuelvo a conmover, me agacho, lo recojo y creo que soy una especie de “dios-humano” para ellos que los salva de algún destino predestinado a una suela de zapatilla y un crack.
Entro a mi casa y me recibe mi perro pecoso, con tanto cariño que siento que la gente que no me lo da no merece mi atención, aunque se me pasa por la mente que soy medio masoquista porque siempre quiero tratar que si me presten la atención. Pero allí esta Polly para aclararme la vida con esa estadística clarísima del “no” y luego el “si” que le da sentido a todas las caminatas, de todos los días de lluvia y de toda la vida aquí, en Buenos Aires, en Lima y en donde hayan dos personas que son sinceras, sensibles y sabes que la vida esta para sacarle el jugo ahora mismo, con las palabras, los análisis y los cafés riquísimos junto a Elsie, detrás de una reja que se abre y casi me lleva, caminando bajo la lluvia con resaca y dispuesto a que nuestro corazoncito palpite con alguien que te de un cariño reciproco y no “de un lado si” y otro no.
Es decir, esa es la vida, y esas son mis Lindas amigas Polly y Elsie que conocen la vida y que me quieren para darme buenos consejos y son un sostén para no caerme, como mi bella Elsita que siempre está ahí, viviendo la vida y adorando crear imágenes sinceras y hermosas junto a las personas que la quieren tanto.
Bueno, esa es la vida, los caracoles que hoy no pise, y una caminata por las calles de dos de mayo con mi ipod junto a mi argentinísima y linda amiga Polly.
Una muy bonita noche.
Últimamente me he sentido en Buenos Aires cuando salgo todas las noches, ya que tengo de compañera de trabajo a Polly, una chica que viene de allá con su mate, sus experiencias sorprendentes y su buena onda. Con ella converso todo el recorrido que va de la oficina a la casa donde esta hospedada y da mucha nostalgia y risa y no se que ir avanzando sobre las veredas casi mojadas, y casi nostálgicas otra vez.
Quisiera mil veces poder resbalarme como una gota y caer por ahí en algún lugar del jardín y reposar ahí entre la arena, el jardín y no moverme.
Yo le hablo mil cosas y ella, escuchándome me da los mejores consejos que uno puede escuchar después de la lluvia. Me enseño por ejemplo la estadística del “No”, que es tan acertada como el “si” que viene después. Nos divertimos muchísimo y mientras hablamos me acordaba que la vida se me fue dando como un rompecabezas y que ahora ya a mis 32 me sigo divirtiendo como cuando tenia veinte, y veinticinco, y mil cosas más que rondaron por mi cabeza, porque la verdad, uno va experimentando situaciones que quedan como experiencias para ser más amigo de alguien siempre.
No sé, a mi me pasa, cuando empiezas a valorar a quien te escucha y sabes que no esta por gusto a tu lado, porque cultivar la amistad es lindísimo, como me dijo ayer la preciosa Elsie, que siempre me acompaña y no me deja por nada del mundo, como yo a ella. Es de esas amigas que nunca se irán por más que haya sol, lluvia, que cese la lluvia y las gotas crezcan y se hagan feísimas y diferentes. De regreso a mi casa caminé escuchando música, en ese sound track que resulta cuando andas con tu ipod por allí caminando hasta el paradero, las calles están a media luz y tu pareces parte de una película y la gente te ve, no sé porque, pero te ve, y tu quieres seguir pensando y soñando que las fotos que quedan son para siempre y las amistades también.
Hoy quise a los caracoles más que nunca y no los pise como suelo hacerlo después que regreso a mi casa con lluvia y por allí escucho un clic, es ese momento en que me viene a la cabeza la estadística del “no” y no sé que tiene que ver eso en ese momento pero me conmuevo, me agacho, cojo al caracol y lo pongo en un lugar seguro, lejos de mi zapato o el zapato de alguien, luego veo otro caracol y me vuelvo a conmover, me agacho, lo recojo y creo que soy una especie de “dios-humano” para ellos que los salva de algún destino predestinado a una suela de zapatilla y un crack.
Entro a mi casa y me recibe mi perro pecoso, con tanto cariño que siento que la gente que no me lo da no merece mi atención, aunque se me pasa por la mente que soy medio masoquista porque siempre quiero tratar que si me presten la atención. Pero allí esta Polly para aclararme la vida con esa estadística clarísima del “no” y luego el “si” que le da sentido a todas las caminatas, de todos los días de lluvia y de toda la vida aquí, en Buenos Aires, en Lima y en donde hayan dos personas que son sinceras, sensibles y sabes que la vida esta para sacarle el jugo ahora mismo, con las palabras, los análisis y los cafés riquísimos junto a Elsie, detrás de una reja que se abre y casi me lleva, caminando bajo la lluvia con resaca y dispuesto a que nuestro corazoncito palpite con alguien que te de un cariño reciproco y no “de un lado si” y otro no.
Es decir, esa es la vida, y esas son mis Lindas amigas Polly y Elsie que conocen la vida y que me quieren para darme buenos consejos y son un sostén para no caerme, como mi bella Elsita que siempre está ahí, viviendo la vida y adorando crear imágenes sinceras y hermosas junto a las personas que la quieren tanto.
Bueno, esa es la vida, los caracoles que hoy no pise, y una caminata por las calles de dos de mayo con mi ipod junto a mi argentinísima y linda amiga Polly.
Una muy bonita noche.
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