En los tiempos de la hipersensibilidad hay permiso para llorar y cantar, para gritar y tirar de los pelos al tiempo, hay permiso para saltar sobre las cenizas de los recuerdos marchitos, y para agrietar los caminos que se bifurcan, hay permiso para atar las manos y volar por las notas de aquella guitarra que se filtra por las venas alcoholizadas de los desolados espiritus vagabundos que se cobijan en una esquina del mundo, hay permiso para desentornillar los ejes marginales y para reconstruir el rompecabezas de las ideas inocentes que nunca salieron a la luz por ser tan puras. En los tiempos de la hipersensibilidad, hay permiso para deshojarse a un mismo, para destapar las botellas que anidan en las venas, pero sobre todo, hay permiso para reconstruir los reglones.
2 comentarios:
Hola,
vengo de "La pecera" para ver y leerte.
En tiempos de hipersensibilidad no hace falta permiso para nada. Y de ser preceptivo, de nada serviría.
Un beso.
Permiso para pedir permiso...
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