domingo, agosto 31, 2008

Carta a un pensamiento que nació en una máquina elíptica y luego retorno hacia mucho antes y yo feliz.

No sé porque hoy se me dio por escuchar música de nuestro tiempo, ni menos dedicarme a pensar en ti mientras estaba en el gimnasio, caminando en la máquina elíptica. Te juro, por la sinceridad que me conoces, que no se me pasó ni siquiera por la cabeza volver a cruzarme con la adorada Ceci, ni menos que me cuente tantas cosas de ti y de tu nueva vida que me despertaron una sonrisa…por eso perdona si te escribo esto, porque “ya para que” como se dice, ni siquiera para andar escuchando canciones que ya son cadáver porque son parte de una película antigua. Pero, tú más que nadie que en un tiempo apostaste todo por mi, debes comprender que me vinieron imágenes de antes y de las tantas cosas que hiciste para que lo de nosotros no se derrumbara. Y yo, chiquillo aún, porque lo estaba, te dejé ir y no te hice nada.

No es que me arrepienta, porque viví mucho cuando nos separamos, pero no sabes como vienen a mi memoria ahora que escucho la música de nuestro tiempo (y dale con lo mismo) aquellas clases de ingles que enseñabas con tanta ternura en la mesa de tu comedor o la música que ponías de fondo mientras me observabas y yo te decía que frente a nosotros, en la universidad, había un guardia que de vez en cuando miraba tu departamento y tu te reías y luego me llevabas a la ventana a ver el sunset que era hermosísimo y que sabías que me ponía feliz porque para mi ese sunset de colores intensos era todo, y luego quedábamos juntos viendo llegar la noche mientras me acompañabas al paradero a tomar mi carro para llegar a casa después de una hora.

Vez, me puse sentimental, pero de un recuerdo cadáver que no es lo mismo que el cadáver exquisito pero que se disfruta igual. Me sentí muy solo debo confesarte y no lo quise reconocer hasta que acepté que ya no te tenía a mi lado y fueron apareciendo en mi vida muchas personas que me dieron otras experiencias lindas. Todo en el ahora, aunque las canciones de hoy traigan tantas cosas que uno piensa mientras está en el gimnasio, camina en la máquina elíptica, hace abdominales y observa a las nuevas chicas que llegan, ahora que ando solo.

Si y fue por eso que te recordé. Porque algo en el fondo me decía que ya no puedo repetir lo de antes, prometiéndote en plena máquina, aunque no te viera, que no dejaría que nadie se vaya ni mucho menos que piense que yo me voy.

Por eso, hoy te quise tanto y no sólo me remonté muchísimo, sino que regreso a mi camino la adorada Ceci, siempre linda, buena amiga y confidente que nos vio de chiquillos, nos curó las muelas y nos dio esa linda sonrisa.

Felicísimo el que reciba ahora esas caminatas y te de esas flores que un día te llevé al parque para esperarte mientras una chica me preguntaba para quien eran y yo le dije que eran para ti y se puso a llorar de la felicidad. Te acuerdas que te conté y me abrazaste muchísimo y luego repetiste ese abrazo en todos los parques a los que íbamos.

Como no recordarte, como no robarle espacio a estos reglones. Como no hablarte de Ceci y de aquella máquina elíptica donde viniste nuevamente a mi mente y despertaste hoy el interés por escuchar canciones de nuestra época…quien iba a decirlo, te juro, quien iba a decirlo…

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