Llueve, los carros pasan rápidamente y la gente se esconde entre las capuchas. Hay charcos en cada esquina y ruedas que mojan los pantalones. El clima está frío y el cielo gris auyenta las palabras. Todos avanzan callados y los pensamientos rebotan por dentro... en tu cabeza hay muchas preguntas. Quizás deseos de poder realizar algunas metas, quizás sólo nostálgia.
La lluvia y el frío son expertas activando la meditación.
Nacen deseos de tomar una leche caliente. Hago todo lo imposible y camino al supermercado. Cobijarse bajo la mesa de tu comedor, con una taza bien caliente de café con leche y unas tostadas con jamón y queso, me da tranquilidad.
Son las imagenes que llegan de cuando eras niño, los lonches a las 6 p.m. antes de bañarte y acostarte temprano. El tiempo pasa, pero el clima perdura en la mente colectiva.
Todos los que vivimos en Lima inconcientemente estamos felices que venga la neblina y la lluvia. Es parte de nuestra vida, es parte de nuestro clima.
Quisiera quedarme mucho tiempo contemplando la caída del agua, caminar sobre los charcos y ver las luces de los autos avanzar. Todos, deseosos de tomar aquella sopa caliente y abrigarse.
Estoy seguro que hoy muchas personas empezaron a escribir poesías y muchos teclados no pararon de escribir.
Esto provoca la lluvia en Lima, esto que da una gran sensación de nostálgia.
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