Comparto el artículo del Publicista Manolo Echegaray
La
publicidad, contada por alguien que la ha ejercido, en el área creativa, por
ejemplo, suele ser una sucesión de anécdotas, especialmente cuando se trata de
contarla a otros…
Entonces,
la vida se parece convertirse en anecdótica y no reviste importancia, pero sin
restarle ningún valor a las anécdotas, la vida del publicitario es muchísimo
más que momentos recordados y que se ensartan como cuentas en un collar o tal
vez en un rosario…
La
vida, para quien, como es mi caso, ha transitado por el camino de la publicidad
por medio siglo, ha sido un constante desafío, un tratar de adelantarse,
convirtiéndolo casi todo en algo “para ayer” y sentir que las manecillas del
reloj empujan y el calendario es un vertiginoso enjambre de días que se suceden
sin piedad …
Resulta
que todo empieza con una inocente “orden de trabajo”, que esconde dentro algo
desconocido, pero “urgente” y que es seguida detrás por otras, que deben ser
millares, porque se pierden de vista en la lejanía del futuro …
Sí,
la “orden de trabajo” va marcando la vida profesional y convierte a los días en
enjambre y enloquece a los relojes, cuyas manecillas y números se convierten en
inimaginadas pesadillas …
Puede
parecer un asunto banal, visto desde fuera, pero la “orden de trabajo” da
inicio a esa carrera que supone el acopio de conocimientos sobre temas variados
y a veces abstrusos, decisiones de cómo comunicar algo a personas distintas y
lograr que éstas, no solamente entiendan el mensaje, sino que se sientan
impulsadas a la acción positiva; en dos palabras, a usar o a comprar, porque,
perdonen, la publicidad, de cara al público, no puede ser meramente
informativa. Ha de producir resultados y estos deben poder medirse.
La
“orden de trabajo” es el pistoletazo de salida para una carrera y sonarán
muchos pistoletazos, uno tras otro o varios a la vez y el corredor tendrá que
estar en forma e ingeniárselas, porque participa en todas y no puede perder una,
sino ganarlas siempre …
A
veces me pregunto cómo se “aguanta” tanta presión y me digo que es por la
alimentación y también por la recompensa, porque uno engulle conocimientos que
van satisfaciendo el hambre, la necesidad de saber y al final, la victoria
alcanzada, el éxito, premian al corredor, aunque falten muchas carreras más que
hay que correr y, por supuesto, hay que irlas ganando todas.
Aumentar
el saber y sentir la palmadita en la espalda que nos da la victoria esos han
sido, lo confieso, mi motor y “secreto”…
Imagen: https://significado.com