Hoy en el Metropolitano alguien me preguntó.
- Sabe como llegar a Larco
- Claro - le dije - debe bajar en la estación Ricardo Palma y de ahí avanza 3 cuadras y llega al óvalo.
- Gracias - me dijo
Luego de un rato me volvió a preguntar
- Ya estoy cerca?
- Claro - le dije - ya falta poco
Al verlo, tan desconcertado y a mí tan seguro con mi corbata y cargando mis habituales libros, me vinieron a la mente las imágenes de todas las veces que, en otros países o de mochilero, me tocó a mí preguntar como llegar a mi destino.
Siempre hubo gente buena, gente enviada de Dios que me ayudaron a llegar a mi destino. En muchas oportunidades en países completamente alejados del mío me sentí más seguro con alguien que me brindaba una mano y con la cual siempre llegué a mi destino.
Verlo a este señor, me hizo agradecerle a Dios por darme vida aún y por ser una de esas personas que brinda la mano como una vez lo hicieron conmigo.
Una experiencia así siempre resultará enriquecedora.
Joan Manuel
Pelo-pon-eso regresó